Emprender no es tarea sencilla; tampoco imposible. Cuando comienzas con un negocio no es necesario invertir en una oficina, ya que representa uno de los gastos más grandes que se hacen al momento de fundar una empresa.
Por esa razón, muchas emprendedoras deciden convertir su casa en una oficina, instalan ahí su negocio de abarrotes o bien la venta de productos.
Una de las dificultades que trae aparejado este uso de la vivienda, es que puedes caer en la desorganización y confundir los espacios y tiempos de trabajo.
Define un espacio para tu negocio. Delimita el espacio que utilizarás como tu oficina, puesto que debes evitar distracciones como la televisión, familiares o niños pequeños. Una buena idea es que elijas una zona con iluminación natural, buena ventilación y apartado de las zonas de la casa donde hay más convivencia.
Fija horarios. Esto es clave, debes separar espacios y tiempo porque de otro modo probablemente terminarás colapsando. Establece horarios de entrada y salida, si atiendes a público pon un cartel e indica el horario de inicio y cierre y la hora de colación.
Delimita los accesos. La mejor sugerencia es que hables con tus familiares (hijos incluidos) y les expliques que necesitas enfocarte en el negocio entre tal y tal hora. Si son pequeños, por supuesto esto no aplica, pero si son más grandes, puedes indicarles que mientras tu trabajas, ellos deben estudiar. Lo mismo aplica a parientes. No es recomendable que te visiten mientras trabajas porque corres el riesgo de atender de mala forma a tu clientela.
Revisa la ley. Adquiere las patentes y licencias necesarias para que tu empresa pueda funcionar sin problemas. Hacer esta inversión evitará que tu negocio enfrente dificultades en el futuro. Puedes revisar la información de Microempresa Familiar.
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